domingo, 10 de noviembre de 2013

Retinopatía diabética (parte 2)

La prevención es posible.

Aunque la retinopatía diabética puede dañar la retina de forma permanente y provocar deficiencia visual e incluso la ceguera. Es posible recuperar la visión siempre que las dos posibles complicaciones más peligrosas, el edema macular diabético y la retinopatía diabética proliferativa, se detecten en etapas tempranas.

Por ello, es fundamental realizar el seguimiento de la enfermedad mediante reconocimientos regulares. Las visiones oculares periódicas deben incluir la realización de una retinografia, técnica que permite fotografiar digitalmente el fondo del ojo para la detección y diagnóstico de enfermedades de la retina.

Como norma general es conveniente someterse a una primera revisión ocular poco después de ser diagnosticado de diabetes y desde ese momento en adelante, de manera periódica (generalmente, una vez al año), puesto que la retinopatía no suele dar síntomas, sobre todo en sus primeras etapas, y solo un especialista puede determinar si existen daños en la retina y cuál es la importancia de los mismos.

Las principales armas en la lucha contra la pérdida de visión debido al edema macular diabético o a cualquier otra forma de retinopatía diabética son el control de la glucosa en la sangre, de la presión arterial y del perfil lipídico (niveles de colesterol y triglicéridos). No obstante, existen diversos tratamientos médico-quirúrgicos para la retinopatía diabética.

La fotocoagulación con láser es el tratamiento estándar actual para el edema macular diabético. Cuando se aplica a tiempo, esta técnica puede mantener de manera óptima la agudeza visual y reducir por tanto el riesgo de pérdida de visión, aunque no suele mejorarla.
Fuente: Rev Diabetes.
Gráfico: www.optilaser.com.ni

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