Para evitar que una gangrena se extiende y corra riesgo la vida del paciente, en muchos casos el tratamiento habitual consiste en extirpar quirúrgicamente el dedo del pie del paciente, el pié y en ocasiones hasta la pierna. El pie diabético es el responsable de más del 50 % de las amputaciones no traumática. Toda lesión en el paciente con pie diabético, demora mucho tiempo en cicatrizar, por lo que es mayor la posibilidad de infecciones y por lo tanto mayor también la posibilidad de amputaciones.
Cuando se habla de amputaciones mayores, se estima que el riesgo de mortalidad aumenta el 50 % dentro de los 3 y 4 años de producida la amputación. La morbimortalidad es sumamente alta, es por eso que en la actualidad el pie diabético en si, se tomo como un factor de riesgo cardiovascular alto. De los pacientes amputados el 85 % tuvo antecedentes de lesiones previas, por lo que solo el hecho de tener o haber tenido una lesión implica que el paciente ya debe ser considerado de alto riesgo cardiovascular.
La necesidad de apurar la cicatrización
Alrededor de un 15 y 25 por ciento de los pacientes con diabetes desarrollarán úlceras en algún momento de su vida; y de estos pacientes entre un 10 y un 30 por ciento, sufrirá además una amputación. Según estadísticas de la Federación Internacional de Diabetes (IDF según sus siglas en ingles), como consecuencia de la progresión de estas heridas, cada 30 segundos se produce en algún lugar del mundo una amputación a causa de la diabetes.
El tratamiento de las heridas, también llamadas úlceras de pie diabético busca lograr la cicatrización de la lesión; ya que cuanto mas rápido se cierre, existen menores posibilidades de infección y amputación.
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